martes, 24 de agosto de 2010

Réquiem por el silencio

Estoy agotado, lo curioso es que no es cansancio por exceso, o falta, de actividad física o mental. Lo que me pasa es algo diferente, es algo a lo que no puedo hacerle el quite. Muy pocos pueden.

Vivimos en un mundo que nos bombardea constantemente y desde mi punto de vista somos individuos hiper-estimulados. Eso es malo. Desde que abrimos los ojos nos auto-bombardeamos al encender la luz y chequear nuestro teléfono móvil. Somos esclavos de nuestro propio mundo y padecemos las falencias de una casi "perfecta" naturaleza.

No podemos elegir libremente todo lo que queremos consumir y quisiera hablar puntualmente sobre los estímulos auditivos.

El único momento de paz auditiva que tenemos en nuestras vidas es cuando dormimos, y eso, si no hay un zancudo que nos perturbe la calma. Abrimos los ojos gracias al insoportable sonido de las alarmas, nuestro corazón se agita y de un brinco -algunos, otros no- vamos a la ducha. El sonido del agua es de lo más tranquilizante que pueda haber. Salimos y nos enfrentamos a un mundo hostil, que por medio de sonidos pretende llamar nuestra atención. Es un caos, recibimos estímulos de cualquier parte, forma, lugar, fuente y a cualquier nivel. Llegamos a la universidad o al trabajo y peor no puede ser. 

Transcurre el día y me atrevería a decir que no podemos gozar ni siquiera de 10 segundos de paz auditiva. Yo no se si a ustedes les pase pero mis oídos se cansan más que mis piernas o mis brazos. Es absolutamente desesperante e incontrolable. Cuando llego a casa me dan ganas de presionar algún botón y poner el mundo en silencio. Ojalá pudiese llevar a cabo tan magnífica operación.

Lo peor del caso es que el 80% de las cosas que escucho no me interesan, son contaminación. Esta entrada de mi Bló nace de contadas malas experiencias que tengo día a día en la biblioteca de la universidad. La gente no es consciente de la valioso que es el silencio, la gente no sabe lo que es respetar.

El silencio ha muerto, el silencio nació muerto en mí. Quisiera recuperarlo así fuera durante 5 minutos al día. Creo que no hay algo más relajante que llegar a la casa, quitarse lo zapatos, lavarse las manos, cerrar la cortina, tumbarse en la cama, cerrar los ojos, cerrar la mente, no pensar en nada, no ver nada y por ende no escuchar nada.

Es necesario que aprendamos a respetar el silencio pero sobre todo la paz auditiva de los demás.

El silencio ha muerto, ¿cómo revivirlo? Depende de usted y de mí.

God save the silence.